Estos hombres tienen por denominador común estar fuera de mi
alcance. No por baja estima o falsa modestia, sino porque, en serio, están
fuera de mi alcance. Es como si yo necesitara comprarme un vestido para un
casamiento y encarara para el local de Carolina Herrera en Galerías Pacífico o
al de Armani en Unicenter. Simplemente, no. No se me ocurre, no me pertenecen,
no entran en mi ángulo de visión. Bueno, estos hombres son así y yo, por eso,
ni los miro.
El francesito caño
está dentro de esta categoría, sin lugar a dudas. Y eso es lo maravilloso.
Al muchacho de origen fácilmente descifrable lo conocí hace cuatro o cinco años por un amigo en común. Nos cruzamos en varias reuniones y sin prestarle mucha atención (yo de novia soy como un caballito con esos posavasos de telas que le ponen a los costados) charlamos alguna que otra vez, pero no me acuerdo bien de qué. Lo que sí recuerdo es que era muy culto, que tenía algo que ver con Unicef y que entraba en esta categoría extra- galáctica.
Al muchacho de origen fácilmente descifrable lo conocí hace cuatro o cinco años por un amigo en común. Nos cruzamos en varias reuniones y sin prestarle mucha atención (yo de novia soy como un caballito con esos posavasos de telas que le ponen a los costados) charlamos alguna que otra vez, pero no me acuerdo bien de qué. Lo que sí recuerdo es que era muy culto, que tenía algo que ver con Unicef y que entraba en esta categoría extra- galáctica.
El día que recibí su mail yo estaba en la oficina y cumplía un mes de separada. Recorriendo temas melancos en you tube, estaba haciendo el duelo de mi primer cumplemes de no cumplir más mes (soy una
mujer limitada, lo sé). No me sorprendió ver su dirección de correo en mi
bandeja de entrada porque en enero me había escrito pidiéndome un favor para el
cobro de una beca, o algo así.
Lo abrí y, como era de esperarse en un hombre de esa categoría, su mail comenzaba muy educadamente con
frases de disculpas y agradecimientos de antemano (su español era perfecto y su
redacción impecable). Luego decía cosas como: contrato, permiso y carta de
recomendación; o sea decía algo así: Lo que necesito es
juntar cartas de recomendación firmadas por varias empresas (si necesitas
que durante un mes entero la luna esté en cuartomenguante también te lo tramito, cariño)
para presentar en la Embajada y recategorizar mi Ciudadanía (o algo así).
Hasta ahí de lo más común y natural: una cosa más para hacer
en el trabajo. No me importaba y hasta me venía bien. Tener mucho laburo ayuda
(tener cualquier cosa en qué ocuparse, ayuda). Pero el mail seguía y llegué a
una sospechosa postada. ¿Postdata? - Pensé-Fruncí el seño y leí:
Me enteré de lo suyo, Señorita. Una mujer con su sensibilidad no debe estar pasando un buen momento. Me encantaría poder serle útil, como lo fue Usted conmigo alguna vez. Puedo invitarla a cenar o prestarle mi oído. O las dos cosas al mismo tiempo.
Me enteré de lo suyo, Señorita. Una mujer con su sensibilidad no debe estar pasando un buen momento. Me encantaría poder serle útil, como lo fue Usted conmigo alguna vez. Puedo invitarla a cenar o prestarle mi oído. O las dos cosas al mismo tiempo.
Ok. Otra vez: Me
encantaría poder serle útil, como lo fue Usted conmigo alguna vez. Puedo
invitarla a cenar o prestarle mi oído. O las dos cosas al mismo tiempo.
No podía ser.
Me acuerdo que pensé cosas como: se confundió con la otra
amiga de Fede. La rubia. Ahí sí, es más
lógico, los tipos FUERA DE ORBITA están con rubias y más si son franceses.
Me paré. Me senté. Miré la compu. Volvi a leer el mail (Pero
la rubia no se separó).
Me paré de nuevo. Fui a la cocina y puse la pava eléctrica (esa que no sirve para nada y que si la pones en temperatura de Mate te la saca asquerosamente tibia). Esperé que se prendiera la lucecita roja. Preparé el termo y volví a mi escritorio.
Me paré de nuevo. Fui a la cocina y puse la pava eléctrica (esa que no sirve para nada y que si la pones en temperatura de Mate te la saca asquerosamente tibia). Esperé que se prendiera la lucecita roja. Preparé el termo y volví a mi escritorio.
(A no ser que él creyera que la que le contaron que se separó
era la otra amiga de Fede).
Me tomé un mate (helado, obvio) Me senté frente a la compu,
asumí la recepción del mail y me puse a escribirle compulsivamente diferentes
tipos de respuestas: Como una mártir dando pena; como una amiga agradecida;
como femme fatal al asecho; como una superada sin hacer caso; como femme fatal al asecho; como distraída haciendo chistes;
como femme fatal al asecho (siempre
volvía a la femme fatal - mis colmillos siguen intactos- pensé-)
En un acto de lucidez borré todo lo anterior por miedo a que
un traicionero Send me hundiera para siempre. Fuck! Fuck, fuck. Me habían
cagado el día. Ese fucking franchute y su mail a destiempo me habían cagado el día. Y yo era una bolsa de
resortes: Arriba, abajo, cocina, baño, oficina.
Escritorio otra vez. Me tomé un mate (helado, again!) Respiré
hondo y cerré la compu.
Todo lo que escriba ahora va a ser una cagada. Mejor contesto mañana.
Todo lo que escriba ahora va a ser una cagada. Mejor contesto mañana.
(Bipède sacrément)
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