25 de febrero de 2013

A llorar a la Torre Eiffel

0 comentarios

Y el lunes cuando llegué al trabajo y pude disfrutar de Internet (esto de estar recién mudada me tiene a medias) el Google Traductor dijo que la frase desparramada en mi pizarrón por el francesito caño quería decir:

ESTO TAMBIÉN PASARÁ.

Igualmente yo no necesitaba ningún traductor.  Mi patético deseo de que volviese con croissants y café a la cama se disipó a la hora de esperarlo. Era obvio que había huido como rata, era obvio que mi sueño de princesas y franceses azulados que vienen al rescate de un mal de amores, se iba a evaporar en un cachetazo de realidad. Es que detesto que lo mundano no se acerque ni un poquito a mi ilusión. Y más aún detesto que mi ilusión sea por momentos alimentada y crezca a pasos agigantados cuando la muy boba ya sabe de antemano que se viene el paredón.
Mi yo interior luchó contra sí mismo durante un par de minutos:

-         "No tenés porque enojarte, vos sos copada y la vida es así. No fue a propósito el tipo tiene costumbres europeas. Si le ladrás va a salir corriendo".
-         "Si te dejás tratar de esta manera, ya sabe que estás para el boludeo y no podes pretender nada más. Y aunque ya evidentemente no dé para más, vas a quedar en una libretita del montón sin hacer valer el  tiempo y el cuerpo que has otorgados a su merced".

Entonces le escribí un mail:

Querido Francesito caño:
¿Por qué en lugar de irte de mi casa sin avisar, no te vas quince días a la puta que te parió?

(Si, me fui al carajo).

14 de febrero de 2013

Happy Endings

0 comentarios

Todos tenemos una pena. Todos.  Eso también lo descubrí a partir de que mi triste historia de amor pasó a ser el único tema de conversación con mis amigas. Yo creía que no había nada como mi sufrimiento. Que era único y, por la intensidad con que se presentaba, también eterno. Pero cuando las buenas amigas nos sentamos a hablar (a hablar en serio) de alguna forma mágica y reveladora, sanamos; y empujamos ese horizonte oscuro unos metros más allá.

-Yo: Siento que me falta la mitad. No solo una parte: la mitad. Como si me hubieran sacado todo el lado izquierdo, por ejemplo, y yo tuviera que seguir viviendo igual. No se puede, es  imposible. ¿Pero te queda otra? No. Entonces te tenés que despertar igual con medio cuerpo y vivir. Y medio cuerpo implica todo: medio pulmón, medio estómago, medio en serio.

- Camila: Te entiendo perfecto. ¿Te acordas ese año que me fui a Italia? Bueno, fue a los dos o tres meses de cortar con Marcos. Mis viejos se iban a ver a mis primas y como yo no salía de la cama se les ocurrió comprarme de sorpresa el pasaje y no me quedó otra que ir con ellos. Minita… yo quería que el avión se cayera. No es una forma de decir, eh?… yo estaba hundida en el asiento y rogaba que algo lo hiciera estallar en mil pedazos. ¡No sé! que en pleno vuelo se le rompiera una turbina o que chocara con otro de frente. Cualquier cosa de esas que le pasan a los aviones.  Yo sabía que esa sería la única forma de apagar mi cabeza y dejar de sufrir.

- Yo: Si, te creo. Si me lo contabas en ese momento hubiera pensado que exagerabas. O que eras una depresiva compleja. Pero hoy te creo. Es imposible acomodarse a una situación como ésta, sin desear, más de una vez, desconectarse de la Matrix.

- Camila: En esa época encontré una revista, también, creo que era la Noticias o algo así, donde había salido una nota en tapa sobre el desamor y el sufrimiento y  las cuestiones científicas que existían para explicar el mal de amores. ¿Y sabés que decía algo así como lo que decís vos? Que el sufrimiento y la pena son el resultado de los procesos de reacomodamiento que hace el cerebro a una nueva situación. Como que la cabeza necesita tiempo para entender porqué dejaste de hacer lo que hacías, de estar con quien estabas y de vivir como vivías.

- Yo: Claro… si, tiene lógica. ¿Y no decía cuánto tarda el cerebro en entender todo?

- Camila: No, no decía. Pero vení, rápido, poné la mano acá. ¿Sentís como patea?


4 de febrero de 2013

Cual Emily Rose

0 comentarios

¿Y tampoco podemos criticar hombres?
No es que quiera hacerlo puntualmente… ¿pero se acuerdan del Francesito caño? (Comenté mientras seguíamos asandonos al sol).

Bueno, 20 días más tarde de aquel mail de defunción que le mandé… le escribí otro diciéndole que un amigo mío iba a estrenar una obra de teatro de Jean Racine, que es un autor francés muy conocido, que si le interesaba, lo invitaba.
Nunca había hecho una cosa así. Invitar a un pibe cuando desaparece después de una salida y un mail… pero que se yo! Supongo que peor no podía estar. Si no contestaba, mi estado de ánimo seguiría siendo el mismo y si contestaba quizás hasta me sacaba una sonrisa y me obligaba a vestirme un poco.
Un par de días más tarde (tiene Blackberry o sea que el mail le llega al instante, pero él te contesta un par de días más tarde) contestó diciendo que le encantaba la idea. Que me pasaba a buscar y que iríamos a ver la obra.

(Corazón delator: me pasé la tarde cantando Días de enero de Shakira).

Segunda cita: Tenía pensado no hacer ningún comentario sobre su ausencia. Ya está, el pibe estaba ahí, era una segunda salida, lo que le había pasado no importaba y eran todas especulaciones. Me tenía que concentrar en hacer las cosas bien y al mismo tiempo parecer tranquila.

Tocó el timbre y bajé (no puede ser más lindo). Fuimos al teatro, charlamos, me la pasé a un metro del piso y la banda sonora de Amelie que sonaba en mi cabeza completó la escena.  Me acompañó a casa y esta vez lo hice subir.
Exorcizada. Fin de la Era Pedro. Mi cuerpo perdió su inmaculada propiedad. Di el paso: hombre nuevo, cuerpo nuevo. Y yo intacta. Había vuelto a las pistas y me sentaba fantástico.
Aunque tuvo la galantería de hacer toda la pantomima para dormir cucharita yo me negué cordialmente (ese ya es un paso más difícil de exorcizar). Estaba orgullosa de mí, de haber dado tremendo salto al abismo sin analizarlo y haber salido ilesa. Eso es terapia. ¡Qué bien que hago en ir a terapia!
Además, y como plus, dormí como un bebé que duerme bien. Muchas horas seguidas, en un sueño profundo libre de pesadillas y llantos.

Me levanté al mediodía y cual sit com principiante, el Francesito caño ya no estaba en mi cama. Repasé con la mirada mis 24m2 de monoambiente y no lo encontré. La puerta del baño abierta me confirmó que tampoco estaba ahí. Entonces, medio dormida todavía, me levanté y me fui a la cocina. Nada. Ni una taza que registrara su paso por ahí.
Cuando volví, noté que mi pequeño pizarrón de tiza tenía escrita una frase con letra ajena:

CELA AUSI PASSERA

(Ojalá quiera decir: "Fui a comprar facturas").

 

ACIDO MIO Copyright © 2010 Design by Ipietoon Blogger Template Graphic from Enakei