14 de febrero de 2013

Happy Endings


Todos tenemos una pena. Todos.  Eso también lo descubrí a partir de que mi triste historia de amor pasó a ser el único tema de conversación con mis amigas. Yo creía que no había nada como mi sufrimiento. Que era único y, por la intensidad con que se presentaba, también eterno. Pero cuando las buenas amigas nos sentamos a hablar (a hablar en serio) de alguna forma mágica y reveladora, sanamos; y empujamos ese horizonte oscuro unos metros más allá.

-Yo: Siento que me falta la mitad. No solo una parte: la mitad. Como si me hubieran sacado todo el lado izquierdo, por ejemplo, y yo tuviera que seguir viviendo igual. No se puede, es  imposible. ¿Pero te queda otra? No. Entonces te tenés que despertar igual con medio cuerpo y vivir. Y medio cuerpo implica todo: medio pulmón, medio estómago, medio en serio.

- Camila: Te entiendo perfecto. ¿Te acordas ese año que me fui a Italia? Bueno, fue a los dos o tres meses de cortar con Marcos. Mis viejos se iban a ver a mis primas y como yo no salía de la cama se les ocurrió comprarme de sorpresa el pasaje y no me quedó otra que ir con ellos. Minita… yo quería que el avión se cayera. No es una forma de decir, eh?… yo estaba hundida en el asiento y rogaba que algo lo hiciera estallar en mil pedazos. ¡No sé! que en pleno vuelo se le rompiera una turbina o que chocara con otro de frente. Cualquier cosa de esas que le pasan a los aviones.  Yo sabía que esa sería la única forma de apagar mi cabeza y dejar de sufrir.

- Yo: Si, te creo. Si me lo contabas en ese momento hubiera pensado que exagerabas. O que eras una depresiva compleja. Pero hoy te creo. Es imposible acomodarse a una situación como ésta, sin desear, más de una vez, desconectarse de la Matrix.

- Camila: En esa época encontré una revista, también, creo que era la Noticias o algo así, donde había salido una nota en tapa sobre el desamor y el sufrimiento y  las cuestiones científicas que existían para explicar el mal de amores. ¿Y sabés que decía algo así como lo que decís vos? Que el sufrimiento y la pena son el resultado de los procesos de reacomodamiento que hace el cerebro a una nueva situación. Como que la cabeza necesita tiempo para entender porqué dejaste de hacer lo que hacías, de estar con quien estabas y de vivir como vivías.

- Yo: Claro… si, tiene lógica. ¿Y no decía cuánto tarda el cerebro en entender todo?

- Camila: No, no decía. Pero vení, rápido, poné la mano acá. ¿Sentís como patea?


0 comentarios:

Publicar un comentario

 

ACIDO MIO Copyright © 2010 Design by Ipietoon Blogger Template Graphic from Enakei