11 de enero de 2013

¿¡Y ahora me lo venís a decir!?

Había todo un mundo que yo me estaba perdiendo. Un mundo increíble que crecía en paralelo a mi existencia y que realmente desconocía: El del grupo de amigas solteras casitreinta.

Voy a intentar desmenuzarlo:
Este grupo está compuesto por un núcleo, un primer cordón y un segundo cordón.

El núcleo está constituido por tus amigas intimas, esas de toda la vida, y qué, antes o después que una se fueron quedando solteras. Aproximadamente entre los 29 y los 31 años. Sin dejar de ver a las que continúan en pareja, estas solteras casitreinta hacen un poquito rancho aparte sin producir, por ello, resquemores en el grupo inicial.

Luego del núcleo está el primer cordón, digamos, que son las amigas de tus amigas que antes no eran tan amigas pero que se reencontraron en alguna actividad de mujer soltera casitreinta y al estar en parecidas condiciones pasan a formar parte del grupo sin cuestionamiento alguno. El resto, o núcleo inicial, las va recibiendo alegres como un perrito a su dueño, moviendo la cola y sonriendo pícaramente porque una secuaz nueva en el grupo, es motivo de festejo.

El segundo cordón, en cambio, está compuesto por amigas totalmente nuevas. A ellas se las conoce de grandes, como una segunda amistad: las del trabajo, las del postgrado, las del gimnasio, etc. Y son incorporadas por el núcleo o primer cordón sin previo aviso o consentimiento. Es así y punto.

Cuando yo conocí este grupo en manos de Agustina, mi amiga núcleo, lo más maravilloso fue que después de escucharme un rato blasfemiar e insultar al que, a partir de ahora denominaremos El Difunto, me dibujaron  a grandes rasgos el panorama a futuro y la evolución de mi tristeza asegurándome que este mientrastanto valía mucho la pena. Y que, frente a la familia y en el trabajo y hasta amigos en común, yo podía ir llorando carilina en mano, pero dentro de este equipo de rescate, la verdad sería otra.

Estos grupos existen, ajenos al proceder mundano, escondido como una ONG elitista esperando el llamado de rescate. Existen y no son muy difundidos, pero deberían serlo. 
Porque yo, de haber conocido de este preciso accionar, me hubiera tirado a la pileta mucho antes. 

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