4 de diciembre de 2012

Avenida Champs Élysées entre Congreso y Quesada

No tenía idea qué me iba a poner. Ripón, mi psicólogo, me dijo que si el tipo me había invitado conociéndome como me conoció, que no hiciera un esfuerzo exagerado. Que uno no sabe de qué se enamora. Eso me dijo.

- Yo: ¿Y Uno no sabe de qué se desenamora Digo, ¿uno no sabe de qué se desenamora, tampoco? Eso siniestro.
- Ripón: Lo que digo es que vos no hiciste nada para que al tipo se le ocurriera invitarte a salir,  y te invitó. Hay cosas que simplemente suceden. Y están fuera de tu alcance.
- Yo: Entonces, siguiendo la teoría, Pedro me hubiera dejado de querer igual….
- Ripón: ¿Vos crees que la separación fue culpa tuya?
- Yo: Yo creo que podría haberla evitado cambiando ciertas cosas que lo enojaban mucho…
- Ripón: Si las hubieras cambiado, como él te pidió, podrían haber tenido una mejor convivencia… pero eso no evita el desenamoramiento.
- Yo: O sea que no importa qué me voy a poner para la cita y tampoco importa si modifico o no mis actitudes. Ok… lo odio.
- Ripón: ¿A quién?
- Yo: Es lo mismo. A la raza. Vos tampoco zafás.

Volví del psicólogo llorando,  me cambié llorando, me pinte llorando (y eso sí que es un desafío del que debería sentirme orgullosa) y esperé, vestida con lo primero que encontré, al francesito caño que llegó tan puntual como esperaba.
Apenas atendí el portero su - Hola Minita? Tse moi!, Me hizo acordar a la erre de Cortázar y mi estómago se estrujó. El que estaba abajo era el francesito caño y venía por mí.

A los diez minutos estaba sonriente caminando por Cabildo con ese hombre canchero de sonrisa Kolinos que lo abarcaba todo: me sentía en puntas de pié resbalando por una desconocida luna parisina. Flotaba a un metro del piso. Él se reía, siempre se reía y me hablaba de la ONU (no trabaja para Unicef, trabaja para la ONU) y de sus investigaciones sobre los pobres de acá abajo. Y hablamos de Sarkozy y dijo cosas interesantes sobre el socialismo francés y yo le dije que me encantaba la canción de Carla Bruni  C'est quelqun qui madti y él me corrigió - C'est quelqu'un qui m'a dit- y después sonrió y me dijo que tenía buena pronunciación. Y cantó el estribillo en un susurro casi inaudible. Yo lo miraba cantar y tropezaba cada tanto.

Caminamos mucho, comimos poco y volvimos a caminar otro tanto. Llegamos a mi casa a eso de las 4 de la mañana. Cuando yo estaba barajando la posibilidad de que este muchacho en realidad fuese gay y que lo único que quería era apoyar a una nueva amiga por compasión, me dio un beso. Un beso en pleno barrio de Nuñez con algunos bocinazos y una luna que no se dejaba ver. Un beso largo en la escalerita de mi edificio nuevo. Un beso que duró una hora y pico.

Yo a esa altura no tenía mariposas en el estómago; tenía a todo Temaikén.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

ACIDO MIO Copyright © 2010 Design by Ipietoon Blogger Template Graphic from Enakei